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MACONDO

España sin memoria

Daniel Martín.- Estrella Digital

La semana pasada murió Imperio Argentina, una de nuestras más grandes estrellas cinematográficas, no sólo por su repercusión internacional, rodando películas en Italia y Alemania, sino por su magnífica carrera, desatacando las colaboraciones con su marido y mentor Florián Rey, especialmente dos películas, Nobleza Baturra y Morena Clara, dos de las cúspides del primer cine español, hoy tan olvidado, por no hablar de destruido.

Como homenaje (?) a esta gran estrella, la mayoría de los noticiarios de cualquier medio recurrieron a la típica nota de prensa de la Agencia EFE, hoy en día la única referencia existente (cuando se trata de hablar de nuestra historia, remota o cercana), no siempre acertada, de los medios de comunicación españoles. Es decir, todos dieron, más o menos, los mismos datos.

A esta circunstancia se unieron dos tipos de hechos: por un lado, los programas del corazón de las televisiones aprovecharon la muerte de la artista para recordar la polémica existente entre sus nietos acerca de la herencia de su abuela; por otro lado, el olvido total, como ocurrió en el programa De Cine, de Radio Nacional de España, donde Yolanda Flores y sus invitados no hicieron la más mínima referencia a la actriz en la madrugada del sábado.

En cambio TVE reaccionó bien, y José Manuel Parada rodó junto al mar unas cuantas escenas que dieran paso a la proyección de Morena Clara en su Cine de Barrio. Una hábil y acertada maniobra, pero que mostró el otro lado del espejo. La película es genial, una comedia musical realmente brillante y divertida, apta para todos los públicos, y con una historia fresca y ágil que todavía se deja ver sin apenas sentirse el paso del tiempo. En todo, menos en el estado de la copia, realmente avejentada, tanto en la imagen como en el sonido, que impedía escuchar con claridad la mayor parte de los chistes o de la música.

Así la muerte de Imperio Argentina ha mostrado los grandes males de nuestra cultura. Por un lado olvidamos a nuestros grandes representantes culturales, y por otro no se hace apenas nada para revivir su memoria a partir de la restauración y reedición de sus mejores muestras artísticas y culturales. Morena clara, la del 36, se conserva en un lamentable estado. Y no quiero ni pensar cómo se encontrará la copia de La hermana San Sulpicio, de 1927, el debut en el cine de Imperio Argentina.

No todo se limita al mundo del cine. Ya he mencionado varias veces la imposibilidad de encontrar, por ejemplo, las obras completas de Calderón de la Barca (de momento tengo, en dos ediciones diferentes, los autos sacramentales y los dramas, pero me faltan las comedias). Las de Benito Pérez Galdós las encontré en una edición de 1960 a un precio exorbitante. Por sólo mencionar un par de ejemplos bastante significativos.

Mientras, vemos cómo en DVD comienzan a sacarse copias remasterizadas de películas extranjeras y muy antiguas como El nacimiento de una nación o Metrópolis. Además, resultaría ridículo pensar que en Francia o Inglaterra es imposible encontrar las obras completas de Víctor Hugo o Shakespeare. Y eso sin entrar en otros terrenos, como la música (¿existe alguna buena versión en CD de, por ejemplo, la obra completa de Falla?).

España está perdiendo su memoria histórica, y eso es el principio del fin de una cultura, de una civilización que, a pesar de todo, continúa asombrando e interesando al resto de los países (Calderón, Baltasar Gracián, Ortega y Gasset, Falla... son verdaderas figuras en todo el mundo). No sólo comienza a desconocerse quién es quién en nuestra historia, cultural o no, sino que crecientemente los medios para conocerlos son más escasos, si es que existen. Por ejemplo, ¿se habría emitido alguna vez Morena clara, una película en blanco y negro, si Imperio Argentina hubiese muerto hace veinte años? ¿Se conservaría mínimamente una copia que, alegóricamente, ya está a punto de fallecer?

No podemos olvidar el mérito de instituciones como la Filmoteca Española que, sin apenas medios, hace lo que puede para conservar, restaurar y poner a nuestro alcance nuestro archivo histórico cinematográfico. Pero eso es sólo una pequeña charca en un enorme desierto. Nos estamos quedando si memoria, y a nadie parece importarle nada.

P.S.: Todavía tengo pendiente mi viaje a Londres para demostrar que allí es más fácil encontrar títulos de Calderón que en España.

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