Recensión, 001.- 03.
Javier Marías, Todas las almas.
Círculo de Lectores, 2003, p. 86.
Pero esa chica puede infundir horror. La idea de esa chica asociada a otra idea puede infundir horror. ¿No lo cree?. Aún no sabemos cuál es la idea que falta, la idea adecuada para infundírnoslo. Su pareja espantosa. Pero es seguro que existe. La habrá. Es cuestión de que aparezca. También puede no aparecer jamás. Podría ser, quién sabe, mi perro. La chica y mi perro. La chica con su larga melena castaña y sus botas altas y sus largas piernas compactas y mi perro sin su pata izquierda. Alan Marriott miró a su perro, que se había adormilado; miró hacia el muñón del perro. Lo tocó un instante. Que el perro venga conmigo es normal. Es necesario. Es raro si se quiere. Quiero decir los dos juntos. Pero no hay horror en ello. Que el perro fuera con ella sería más contencioso. Sería quizá horroroso. El perro es sin pata. De haber sido de ella, no la habría perdido seguramente en una riña estúpida después de un partido. Eso es un accidente. Gajes del oficio de perro de un hombre cojo. Pero con ella tal vez la habría perdido por otra causa. El perro es sin pata. Con más motivo. Con más gravedad. No por un accidente. Es difícil imaginar a esa chica en una pelea. Quizá la habría perdido por su causa. Quizá, para que este perro hubiera perdido la pata perteneciendo a esa chica, tendría que habérsela amputado ella. ¿Cómo si no puede perder la pata un perro bien protegido, cuidado y querido por una chica tan atractiva y simpática que vende flores?. Esa idea es horrible. Es horrible la imagen de esa chica cortándole la pata a mi perro con sus propias manos, viéndolo con sus propios ojos; asistiendo a ello. Las últimas frases de Alan Marriott sonaron levemente indignadas; indignadas con la florista. Se interrumpió. Parecía haberse asustado a sí mismo.
[El protagonista, profesor español en Oxford por dos años, en su casa (piramidal) con Alan Marriot, presidente de la Machen Company (lectores y admiradores fieles del escritor Arthur Machen - género de terror -, que quizás influenció decisivamente en Lovecraft) de la que intenta hacerle socio].
Círculo de Lectores, 2003, p. 86.
Pero esa chica puede infundir horror. La idea de esa chica asociada a otra idea puede infundir horror. ¿No lo cree?. Aún no sabemos cuál es la idea que falta, la idea adecuada para infundírnoslo. Su pareja espantosa. Pero es seguro que existe. La habrá. Es cuestión de que aparezca. También puede no aparecer jamás. Podría ser, quién sabe, mi perro. La chica y mi perro. La chica con su larga melena castaña y sus botas altas y sus largas piernas compactas y mi perro sin su pata izquierda. Alan Marriott miró a su perro, que se había adormilado; miró hacia el muñón del perro. Lo tocó un instante. Que el perro venga conmigo es normal. Es necesario. Es raro si se quiere. Quiero decir los dos juntos. Pero no hay horror en ello. Que el perro fuera con ella sería más contencioso. Sería quizá horroroso. El perro es sin pata. De haber sido de ella, no la habría perdido seguramente en una riña estúpida después de un partido. Eso es un accidente. Gajes del oficio de perro de un hombre cojo. Pero con ella tal vez la habría perdido por otra causa. El perro es sin pata. Con más motivo. Con más gravedad. No por un accidente. Es difícil imaginar a esa chica en una pelea. Quizá la habría perdido por su causa. Quizá, para que este perro hubiera perdido la pata perteneciendo a esa chica, tendría que habérsela amputado ella. ¿Cómo si no puede perder la pata un perro bien protegido, cuidado y querido por una chica tan atractiva y simpática que vende flores?. Esa idea es horrible. Es horrible la imagen de esa chica cortándole la pata a mi perro con sus propias manos, viéndolo con sus propios ojos; asistiendo a ello. Las últimas frases de Alan Marriott sonaron levemente indignadas; indignadas con la florista. Se interrumpió. Parecía haberse asustado a sí mismo.
[El protagonista, profesor español en Oxford por dos años, en su casa (piramidal) con Alan Marriot, presidente de la Machen Company (lectores y admiradores fieles del escritor Arthur Machen - género de terror -, que quizás influenció decisivamente en Lovecraft) de la que intenta hacerle socio].
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