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MACONDO

Un tesoro perdido en la memoria de una anciana.

Filomena Ávila tiene 98 años y está medio ciega. Vive a 10 kilómetros de Cerro Policía, un pueblo perdido en la Patagonia argentina. En los alrededores de su casa hay un rico yacimiento de fósiles, descubierto en 1922 en el curso de una expedición naturalista en la que ella participó de niña. Ahora, 83 años después, ha ejercido de guía para otro grupo de científicos, que ha explorado el lugar y ha encontrado los restos fósiles de un nuevo dinosaurio.

Quizá el momento más duro para los científicos fuera convencer a la mujer para que les revelara el emplazamiento exacto del yacimiento. Pese a que era conocido que se hallaba en los alrededores de su casa, tan sólo ella sabía su ubicación exacta, y en un primer momento se negó a revelarla. “Creyó que éramos traficantes de de fósiles y tuvimos que insistirle bastante para convencerla de lo contrario. Nos decía que en la zona no había nada, pero un día encontramos en su terreno una tibia enorme de dinosaurio”, relata al diario argentino Clarín Sebastián Apesteguía, paleontólogo del Museo Argentino de Ciencias Naturales y director de la expedición.

En 1922, el geólogo Walter Shiller y el paleontólogo Santiago Roth descubrieron en la zona un yacimiento de fósiles. Transportaron la mayoría de ellos al Museo de Ciencias Naturales de La Plata, y luego evitaron dar indicaciones sobre la ubicación exacta de la excavación para evitar saqueos. Más de 80 años después, Apesteguía decidió seguir sus pasos y para ello buceó en libros y mapas sobre aquella expedición. Sin éxito. “Decidimos hacer una campaña, pero no encontramos nada. Gracias a Dios, después conocimos a Doña Tika, que nos sirvió de guía”, explica el científico. Doña Tika, que es el nombre por el que conocen en su zona a Filomena Ávila, les llevó hasta el yacimiento e incluso les permitió acampar en sus tierras en los veranos de 2003 y 2005 (en el hemisferio sur, el verano corresponde al invierno del norte).

Fruto de las excavaciones del equipo de Apesteguía es el bonitasaura, una especie de dinosaurio desconocida que se distingue por una mandíbula cuadrada única en un animal de sus características, según sus descubridores. “Hasta ahora no se había hallado ningún saurópodo [dinosaurio de cuello largo] con estas características. El bonitasaura demuestra que algunos saurópodos tenían mandíbula cuadrada y que había más diversidad entre ellos de lo que se suponía”, señala a Clarín el científico.

Los primeros huesos los hallaron en enero de 2003; dos años después desenterraron los huesos frontal y parietal del cráneo, una veintena de vértebras, algunas costillas, el fémur, el húmero y la tibia. Con ellos han podido reconstruir un 70% del animal, un dinosaurio herbívoro de nueve metros de largo que vivió hace 83 millones de años, el cretácico superior.

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