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Emmanuel Mounier: el hombre que quiso acabar con el capitalismo

Emmanuel Mounier: el hombre que quiso acabar con el capitalismo Hoy en la página de la revista Época

"Jamás tirano alguno dispuso de tan universal poder de triturar a los hombres con la miseria o con la guerra". El tirano es el capitalismo y quien así habla no es Marx, sino un filósofo cristiano que revolucionó el pensamiento del siglo XX. Se llamaba Emmanuel Mounier y la huella de su rebelión intelectual no ha hecho más que empezar, cuando se cumplen cien años de su nacimiento.

Nacido en Grenoble (Francia) en 1905, Mounier fue testigo de las dos guerras mundiales, de la lucha de los totalitarismos fascista y comunista, y sufrió en sus carnes los rigores de la persecución por defender sus ideas: fue encarcelado por el régimen colaboracionista de Vichy, al que llegó a plantar a cara con una huelga de hambre.

Catedrático de Filosofía, con sólo 23 años, llevó hasta sus últimas consecuencias su compromiso y decidió vivir pobre, sin ataduras, dedicado en cuerpo y alma a difundir su mensaje: la revolución personalista.

Lo hizo por medio de una incesante actividad (charlas, conferencias, creación de grupos), pero, sobre todo, a través del buque insignia de su cruzada de pensamiento: la revista Esprit, uno de los fenómenos culturales más innovadores y originales del siglo XX.

Su mensaje es uno de los más radicales de la Historia. Lo resumió perfectamente el filósofo Jean Guitton: "Mounier no veía la salvación sino en la previa destrucción del desorden. Pero, a diferencia de muchos revolucionarios, permaneció siempre pobre. Renunció a vivir de un oficio con un buen sueldo y, sin fortuna, se lanzó a la aventura de la pobreza".

El personalismo, su innovadora toma de la Bastilla intelectual, gira en torno a la persona, pero no para salvarla, sino para "comprometerla". Mounier redefine a la persona como ser con dignidad propia, cuyo modo de existencia es la comunicación, la apertura al mundo, al otro y al Otro. Es decir, abierto a la trascendencia y a los demás.

Éstos serían, telegráficamente, los ejes del personalismo: la persona es un ser encarnado, con libertad para el compromiso y con una vocación autónoma pero llamada a vivir comunitariamente.

Pero como el propio Mounier explica, no se trata de un sistema filosófico, sino de algo mucho más radical y comprometedor. Una forma de entender la vida y de actuar en el mundo y la sociedad.

El filósofo francés, contemporáneo de Camus, Sartre, Levi-Strauss y otros popes del pensamiento y la cultura, dialogó con todos ellos y, a la vez, fue muy crítico. Emmanuel Mounier consideró que la persona está en juego ante sistemas que la ahogan y la aplastan.

El padre del personalismo fue implacable con las ideologías marxista y fascista, porque disuelven la persona en la colectividad; con ciertos existencialismos, porque niegan la dimensión comunitaria de la persona y su apertura a la trascendencia.

Y también con el neoliberalismo capitalista, porque da primacía al beneficio y al dinero frente al individuo y porque promueve el bienestar del individuo insolidario como valor absoluto. Esta ultima posición explica que ciertos sectores conservadores se escandalizaran ante el peculiar izquierdismo cristianismo de Mounier.

Muy polémicas fueron sus críticas al plan Marshall, tras el fin de la guerra: estaba de acuerdo en recibir la ayuda americana, porque resultaba imprescindible, pero le parecía mal si era al precio de un servilismo a EE UU.

Y es que el padre del personalismo fue muy beligerante con la hipocresía del capitalismo.

Por Alfonso Basallo.

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